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sábado, 12 de octubre de 1996

Pregó 1996


1996 JOSÉ CAPEL SANCHEZ 

¡Bona nit!. Sr. Alcalde y autoridades locales y festeras, Asociación de San Blas y Comisión del Cristo del Sagrario, Festeros:

No piensen ustedes que, por mi condición de historiador vengo dispuesto a hacer una disertación de las raíces históricas de Altea o del significado de sus fiestas de Moros y Cristianos en el contexto de la Historia General alteana.

Y esto es así por dos razones principales: una, porque seguramente os aburriría soberanamente en este prólogo de vuestras fiestas y la otra, porque este moro que os habla, viene de la Cora de Todmir a la Cora d ́Algar, cuando precisamente hace solo tres días sonaba en mi Mursiya amada los fragores de los arcabuces y espingardas empañando mis sentidos de ese estruendo y ese olor acre de pólvora festera, que tanto nos gusta a los que nos sentimos levantinos por encima de cualquier otra separación Administrativa.

Y la música festera movía el compás de mis pies con esos candeciosos ritmos de elegantes marchas moras, aguerridas cristianas y alegres pasodobles, que producen ese milagro que nadie que no sea festero comprenderá, y que nos lleva a aguantar horas y horas sin apenas descanso, transformándose la música festera en ese lubricante que poco a poco va moviendo la maravillosa máquina del cuerpo humano festero hasta límites insospechados, hasta límites que para sí quisieran, los que en otro momento de nuestras vidas nos pagan para que realicemos nuestros cotidianos trabajos.

Y cuando os hablo, todavía me llegan a la memoria, los colores, elementos y el limpio sudor festero de mi traje de moro almorávide de Murcia, y que por mi condición de tal me vais a permitir tenga un saludo de solidaridad festera para los almorávides de Altea, sin menoscabo alguno para todas las demás filaes del Bando Moro y por supuesto del Bando Cristiano, a todas las cuales os deseo lo mejor en estas Fiestas y si no os menciono una a una, es por ser conocidas de sobra por todos los alteanos – más que por mi mismo – y por no alargar en exceso mi parlamento.

Cualquier fiesta de moros y cristianos que se precie de tal, ha de cumplir al menos los que los mocrílogos llamamos trilogía festera, o sea Entradas, Patronazgo y Embajadas, y esa las cumplís los alteanos a la perfección y con ciertas peculiaridades que no voy a referir por ser de sobra conocidas por todos vosotros, ya que sois los actores de la misma.
Voy a hablaros de tres Trilogías que tocarán más vuestra sensibilidad de alteanos y de festeros, según yo creo.

La primera es etimológica histórica y es que el nombre de Altea me inspira tres vértices de algo tan importante en la vida como son la salud, el dinero y el amor, que decía la canción.

La salud, porque Altea es el nombre de una planta medicinal, empleada desde tiempos remotos en la curación de algunas enfermedades; el dinero, porque Althaea fue una colonia griega, y todos sabemos que los comerciantes helénicos, no elegían sus colonia al azar, sino donde había riqueza, en verdad que en aquella lejana época la había en Altea; amor, porque Altea, en la Mitología, hija de Testios, rey de Etolia, secuestrada por amor por el propio Dionisios.

La segunda trilogía toca vuestra fe religiosa, sin la cual estas fiestas no existirían y que, por tanto, no podía pasar por alto, una que es única en el contexto de moros y cristianos: vuestra más antigua devoción, casi tricentenaria, encarnada en el Santísimo Cristo del Sagrario, a quien dedicáis el día central de vuestra Fiesta, compartido con vuestro Patrón San Blas, completando esta Trilogía vuestra Patrona, la Virgen del Consuelo, que no olvidáis tampoco con la Ofrenda de flores que le hacéis.

Dejo para el final la trilogía del festero, los tres vértices básicos, que conforman y definen el ser y sentirse festero, que nos transforman en actores de un drama histórico, que anualmente y a modo de un gran ballet guerrero, representamos en nuestros pueblos y ciudades y que componen: el argumento, el vestuario y la música.

El argumento debemos interpretarlo con fe en que lo que hacemos es una rememoración histórica de nuestra población, de nuestra raíces, y nuestra actuación en la calle debe ser ejemplo a seguir por las futuras generaciones, que nos juzgarán implacablemente, según la fiesta que les hayamos legado.

El traje festero es el uniforme que usamos para esa magna representación. Un festero, sea moro o cristiano, debe trasladar inmediatamente al espectador que lo contempla, a otra época en el tiempo. No debemos relajar nuestro atuendo en ningún elemento anacrónico, pues perderá Altea y la credibilidad de su Fiesta de Moros y Cristianos. Para eso tenéis otras fiestas y otros momentos en la vuestra propia para los que cabe todo tipo de anarquía en la indumentaria.

Y finalmente, la música. Sentidla, vibrad con ella. Que cada acorde os traslade al mundo de fantasía histórica que su autor intentó poner en la pentagrama que lo inspiró, e interpretad ese ballet guerreo que deben ser las Entradas, porque hay miles de ojos que os observan, y si dignificáis la música dignificaréis a esos autores, nunca del todo reconocidos, que tan buenos momentos nos hacen sentir en las Entradas, a esos buenos autores como


vuestro paisano Jaume Ripoll, que ya ha dejado un buen patrimonio musical para los Moros y Cristianos de Altea y otras poblaciones limítrofes y que esperamos siga aumentado.
Ese es mi mensaje, ya en el epílogo de este Pregón y pensad que más que el historiador os ha hablado el festero y que mis palabras han sido mi manera humilde, pero sentida de mi visión de la fiesta, de nuestra Fiesta de Moros y Cristianos, que hace posible que un murciano se una esta noche a todos los alteanos en un grito común.

¡Visca Altea!

¡Visca la nostra Festa! ¡Festa avant!


Juan José Capel Sánchez.

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